Nos visitan del mundo

sábado, 17 de agosto de 2013

Contemporáneos en México. La cima de la Literatura mexicana.

Contemporáneos en México. La cima de la Literatura mexicana.

Salvador Novo.

Viaje


   Los nopales nos sacan la lengua
pero los maizales por estaturas
con su copetito mal rapado
y su cuaderno debajo del brazo
nos saludaban con sus mangas rotas.
   Los magueyes hacen gimnasia sueca
de quinientos en fondo
y el sol -policía secreto-
(tira la piedra y esconde la mano)
denuncia nuestra fuga ridícula
en la linterna mágica del prado.
  A la noche nos vengaremos
encendiendo nuestros faroles
y echando por tierra los bosques.
   Alguno que otro árbol
quiere dar clase de filología
Las nubes inspectoras de monumentos
sacuden las maquetas de los montes.
   ¿Quién quiere jugar tennis con nopales y tunas
sobre la red de los telégrafos?
Tomaremos más tarde un baño ruso
en el jacal perdido de la sierra.
Nos bastará un duchazo de arco iris.
Nos secaremos con algún status.

Xavier Villaurrutia

Décima muerte.

I
   Qué prueba de la existencia
habrá mayor que la suerte
de estar viviendo sin verte
y muriendo en tu presencia!
Esta lúcida conciencia
de amar a lo nunca visto
y de esperar lo imprevisto
este caer sin llegar
es la angustia de pensar
que puesto muero existo.
II
   Si en todas partes estás,
en el agua y en la tierra,
en el aire que me encierra
y en el incendio voraz;
y si a todas partes vas
conmigo en el pensamiento,
en el soplo de mi aliento
y en mi sangre confundida
¿No serás, Muerte, en mi vida,
agua, fuego, polvo y viento?
III
   Si tienes manos, que sean
de un tacto sutil y blando
apenas sensible cuando
anestesiado me crean;
y que tus ojos me vean
sin mirarme de tal suerte
que nada me desconcierte
ni tu vista ni tu roce,
para no sentir un goce
ni un dolo contigo, Muerte.
IV
   Por caminos ignorados,
por hendiduras secretas,
por las misteriosas vetas
de troncos recién cortados
te ven mis ojos cerrados
entrar en mi alcoba oscura
a convertir mi envoltura
opaca, febril, cambiante
luminosa, eterna, pura.
V
   No duermo para que al verte
llegar lenta y apagada,
para que al oír voz pausada
tu voz que silencios vierte,
para que al tocar la nada
que envuelve tu cuerpo yerto,
para que a tu olor desierto
pueda sin sombra de sueño,
saber que de ti me adueño,
sentir que muero despierto.
VI
  La aguja del instantero
recorrerá su cuadrante
todo cabrá en un instante
del espacio verdadero
que, ancho, profundo y señero
será elástico a tu paso
de modo que el tiempo cierto
prolongarán nuestro abrazo
y será posible, acaso,
vivir después de muerto.
VII
   En el roce, en el contacto,
en la inefable delicia
de la suprema caricia
que desemboca en el acto,
hay en el misterioso pacto
del espasmo delirante
en que un cielo alucinante
y un infierno de agonía
se funden cuando eres mía
y soy suyo en un instante.
VIII
   Hasta en la ausencia estas viva:
porque te encuentro en el hueco
de una forma y en el eco
de una nota fugitiva;
porque en mi propia saliva
fundes tu sabor sombrío,
y a cambio de lo que es mío
me dejas solo el temor
de hallar hasta en el sabor
la presencia del vacío.
IX
   Si te llevo en mi prendida
y te acaricio y te escondo;
si te alimento en el fondo
de mi más secreta herida;
a mi muerte se te da vida
y goce mi frenesí,
¿qué será, Muerte, de ti
cuando al salir yo al mundo,
desecho el nudo profundo,
tengas que salir de mi?
X
   En vano amenazas, Muerte,
cerrar la boca a mi herida
y poner fin a la vida
con una palabra inerte.
¡Que puedo pensar al verte,
si en mi angustia verdadera
tuve que violar la espera:
si en vista de tu tardanza
para llenar mi esperanza
no hay hora en que yo muera!

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