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domingo, 26 de septiembre de 2010

Entre masones te veas

Mi experiencia con masones es mucho más periférica, menos directa. Por alguna razón que no puedo reconstruir, los rechazaba. No sé si por haber escuchado algún comentario adverso de algún sacerdote católico, por trasmisión oral, el caso es que de adolescente les tenía un rechazo que de alguna forma no puedo entender aún hoy. Quizás por su carácter secreto, obscuro, lleno de misterio. No comprendía realmente quienes eran y cuáles eran sus propósitos. Fue curiosamente con RIUS, de adolescente cuando tuve un primer acercamiento y explicación a que era la masonería y después en las clases de historia, cuando se relataban las diferencias entre el culto escocés y el culto yorkino.
Me parece, a la distancia, que era también un problema generacional porque nunca conocí a alguien de mi edad que fuese masón.
Los masones que conocí a lo largo de mi vida fueron personas mayores que no pertenecieron a mi generación, que estabamos digamos más influidos por pensamientos de izquierda. En la vida universitaria, estaban más asociados a abogados o maestros, que a estudiantes.
Uno de mis maestros, el que me enseñó el pensamiento básico de matemáticas, física y química lo era. Era una personas cuya sabiduría se basaba en las ciencias; su enseñanza, es, porque aún vive, una de las mejores didácticas para aprender matemáticas, es un excelente maestro, que ha enseñado a generaciones enteras.
Después de él, eran más bien políticos de corte priísta, diputados, senadores, personajes que eran más bien muy distantes a mi. Gente que percibía como parte de la elite política que ni eran mis amigos, ni podían serlo, con lo que evidentemente no compartía nada, ni en lo político, ni en lo social.
Nunca se acercó nadie para intentar que yo ingresara en una logía y jamás intenté yo acercarme a una. A los que logré percibir y me constataron que lo eran, eran personas con una buena cultura general a los que les gustaba el conocimiento. Esa particularidad me agrada, porque yo soy una persona a la que le gustan los conocimientos y sobre todo los de las ciencias. Así que no puedo rechazar a personas que tienen las mismas inclinaciones que yo en ese sentido.

El último acercamiento lo tuve en el curso de un trabajo de reconstrucción de historia cristera en los años 80. Un grupo de estudiantes de historia, acudimos a la Ciudad de León, Guanajuato a hablar con los últimos vestigios del levantamiento cristero en 1926. Quienes nos ayudaron a contactar personas, fueron precisamente un maestro, director de una escuela y un policía de caminos. Ambos, me enteré por quién nos llevó, por cierto ex-miembro del PCM, eran masones. Tuvimos con ellos al final de la jornada, una muy larga charla en la que nos preguntaron muchas cosas, nos pidieron opiniones, fueron muy amables.
En la actualidad, cuando me hablan de toda esa tontería llamada la conspiración masónica, me produce un gran rechazo, Los masones no son ni esa clase poderosa o conspiradora, ni gente que sea mala, son personas que pertenecen a organizaciones que tienen mecanismos secretos de ingreso y que se dedican básicamente a aprender de las ciencias y de las artes. He allí porque son personas muy cultas, sus grados son exámenes en los que van ascendiendo y esos exámenes son precisamente de conocimientos.
También llegue a entender que su secreto proviene de épocas en que la sociedad y particularmente las Iglesias eran intolerantes en relación al pensamiento liberal. ¿Cómo preservar conocimientos y una cultura laica, si no era a través de estas organizaciones secretas? Al triunfo del Estado laico en México, parecía que la masonería era sobre todo un asunto de políticos.
Cuando comencé a ser un jóven adulto, las logias y los masones estaban ya muy disminuídos. Los últimos masones poderosos quizás fueron los adultos de mi generación, posteriormente deje de percibir que tuvieran demasiado poder. Las lógias tendrían razón de existir en el pasado, el presente se hace mediante el mecanismo de los partidos políticos. Los partidos políticos desplazaron a las logias, aunque muchos políticos conservaron pertenecer a la masonería quizás por tradición. Los políticos en México estaban asociados sobre todo al régimen de partido dominante y el partido dominante conservaba principios de defensa del liberalismo y el Estado laico. Personajes como Jesús Reyes Heroles, fueron de los últimos políticos que estuvieron ligados a la masonería, en las altas esferas del poder.
He conocido a historiadores que los han estudiado, que han concluido tesis sobre su historia reciente. Hoy los tengo más presentes en libros que en redes del poder. He escuchado que la propia Iglesia dejó, por lo menos oficialmente, de condenarlos y perseguirlos. Quienes aún lo hacen, tienen nexos con el pensamiento ultraconservador, es su antimasonería un símbolo indeleble de los grupos ultraconservadores en México.

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